Recuerdos
Por X
¡Ah! Que vieja la casucha,
¿Cuántas lunas ya tendrá?
¿desde cuándo abandoná?,
solitaria, triste escucha,
cómo graznan las lechuzas,
entre los verdes quillayes;
o entre los colligüayes
como croa un sapo arriero,
o como el tordo parlero
trina antes de que el sol rave1.
La filpa del enquinchao
su traje e’ barro lo botó,
del techo sólo quedó
un palo ya apolillao,
las puertas las ha botao
el juerte viento nortino;
si se borró hasta el camino
que al arroyo conducía
y hasta el jazmín ya sin vía
está en brazos del espino.
Botaos en un rincón
está un hacha, una barreta,
una echona y una horqueta,
una pala, un azadón;
de un viejo mango un podón,
sobre los que las arañas
usando paciencia y maña
tejiendo han ido sus telas,
también hay unas espuelas,
las cuales el polvo empaña.
En el centro hay un brasero
lleno ‘e blanquizca ceniza,
en una pobre repisa
está el roto azucarero;
duermen encima ‘e un arnero,
un tacho y una callana,
nogosa una palangana
y una paila aportillá,
y una olla desfondá
está en la piedra chancana.
¿Qué ha pasado o qué pasó?
en la casucha campera,
¿Por qué la vieja tetera,
abandonada quedó,
y nadie el fuego encendió,
y nadie regó el clavel,
y nadie saca la miel,
y la alfalfa nadie riega
al que hoy la pega-pega
ya le cubre huraña y fiel?
¿En dónde está la viejita?
esa de negra pollera
y plateada cabellera,
¿por qué dejó su casita?
en dónde se dan hoy cita,
la tristeza, el abandono;
y en dónde sentó su trono
de desolación, la ruina
y el tiempo trovas de encono?
Se lo pregunté al sauzal
y me respondió un lamento;
se lo pregunté al pimiento,
y al verde cañaveral,
a la finca del corral
y ninguno respondió,
¿por qué el mozo Juan de Dios
no se le escucha cantar
acompañando al zorzal
al compás del guitarrón?
¿O fue él, que cierto día
a tierra extraña rumbió
y a su maire la dejó
llorando por su partía?
¿Fue él quien ya no vería
otra vez el lindo pago
ya que cambió por el trago
el amor por su viejita?
en quien la pena infinita
y la amargura hace estragos.
¿Él fue aquel que condenaron
por dar muerte a una mujer
que en el amor le fué infiel,
el fué aquel que fusilaron,
y pal que triste lloraron
los ojos de la viejita,
que muy sola en la casita
no pudo ir a la prisión
a ver el hijo ‘e su amor
en esa postrera cita?
Y en esa noche de enero
ella fue la que partió,
en busca de Juan de Dios,
y desde entonces el estero
por las noches al misterio
de las tinieblas decía:
se fué la vieja Lucía
con el alma acongojada;
y en seguida preguntaba
que cuándo regresaría.
DESPEDIDA
Por fin creo comprender
en too lo sucedido,
me retiro arrepentido
y nunca pienso volver;
lo que quería saber
de la casucha campera;
me lo dijo la tranquera,
me lo dijo el corazón,
el llorar del ruiseñor
y el gemir de las higueras.
1 Por la rima, debiera ser “raye”
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