Amarguras y penas
Por Hermógenes Ramírez, poeta popular de la Rinconada de Doñihue
De lo más hondo de mi ser
siento algo que me dice:
de profundas cicatrices
sangre habrás de verter.
Yo ya no puedo creer
que en mí habrá alegría
y la esperanza que había
ha muerto ya para mí,
y esa pasión que sentí
la olvido en este día.
Hoy amo la soledad
y con ella viviré
y en ella buscaré
alivio a mi enfermedad.
¿Es tan grande mi maldad
que sufro este castigo?
¡Muerte, llévame contigo!
Tú me puedes librar
porque es duro batallar
sin tener un pecho amigo.
Bajo el cielo estrellado
pienso cuánto he sufrido
pienso en el libre albedrío
ese que Dios no ha dado
y pienso ya más calmado
que forjé una ilusión
y herí mi corazón
abrazando una quimera
y al saber lo que me espera
olvido esta pasión.
Ruge, pobre mi alma herida,
sufre y llora tu destino
que este ha sido tu sino
de sufrir en esta vida.
Ahogaré en la bebida
esta pena que me mata
y no perdono la falta
de haberte hecho sufrir
y es tan cruel mi vivir
con la suerte tan ingrata.
¿Por qué está gimiendo el viento,
de ese modo tan extraño?
¿Será pa’ no hacerme daño
al comprender mi tormento?
Él sabe que mi tormento
es el de un hombre amargado,
que ha sido desdichado
y que sufre tan cruelmente
por una pasión latente
que lo tiene encadenado.
¿Para qué pensar en ella,
si ella no piensa en mí?
¿Se puede vivir así
sin alcanzar esa estrella?
Es ya muy triste mi huella
y llevo un negro rencor.
Por este imposible amor
marcho siempre cabizbajo
y canto mientras trabajo
pa’ mitigar el dolor.
Y por fin ya me despido
con un profundo suspiro
y en torno mi vida giro
y me siento conmovido
porque llega hasta mi oído
el ronco viento burlón
que me grita: tu pasión
nunca será comprendida
y tendrás toda la vida
amargo tu corazón.