A Pablo Neruda, el vate ausente

A Pablo Neruda, el vate ausente

MI laúd
Por Rafael Martinez Navia,

(NOTA: El autor es poeta culto que, entusiasmado con nuestra LIRA POPULAR, se incorpora desde hoy a ella.)

Yo tengo un viejo laúd
que guardo como un tesoro:
el de las cuerdas de oro
que halagó mi juventud;
él me da paz y quietud
y me brinda su querer
y vibra tal como ayer
cuando yo le arranco un son:
él es mi corazón
vida, amor, luz y placer.

Yo canto con él a solas
con el último arrebol
cuando se despide el sol
del bosque, el río y las olas;
cuando a las nacientes violas
las entrelaza el clavel,
y canto a solas con él
cuando a la fuente cercana
va la rústica aldeana
seguida de su lebrel.

Canta, laúd, por tu amor
y la dulce libertad,
que es una felicidad
cantar sin ningún temor;
como el pájaro cantor
que cruza la azul esfera
trinando en la primavera
libre, contento y feliz:
¡ver quisiera a mi país
dichoso como antes era!

Alzate, laúd trovero,
templa tus cuerdas y canta
que brote de tu garganta
la canción que yo más quiero:
por el oscuro minero
sin familia y sin sostén
que sufre el fiero desdén
del capataz sin conciencia,
por ese cuya existencia
nunca gozó de algún bien.

Canta por el pescador
que va confiado a pescar
y lo sorprende en el mar
de la tormenta el furor;
también por el leñador
perdido en la inmensidad
que abruma la soledad
y en lucha cruel con el monte
ve cerrarse el horizonte
y estallar la tempestad.

Mas, no cantes por la guerra,
porque es un crimen matar,
pero canta sin cesar
porque haya paz en la tierra;
jamás cantes lo que aterra
y marcha del odio en pos…
¡Laúd mío, que tu voz
hienda el espacio infinito
como un formidable grito
contra el déspota sin Dios!

No calles, laúd trovero,
cólmate de bien y amores,
canta como tus mayores
con excelsa pulcritud;
canta la noble actitud
del vate sin ambición,
bendice la inspiración
del genio que está proscrito,
cuyo nombre llevo escrito
aquí dentro el corazón.

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